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    SIMPLEMENTE… PETRA!

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    marzo 31, 2020

    Inicia muy temprano en la madrugada, mi tercer día en Jordania y más precisamente desde Wadi Musa. Noto en mí una ansiedad que aumenta con el paso de los minutos, y es porque hoy visitare el sitio que era el imperdible en esta aventura.

    Petra… el reino perdido de los nabateos.

    Me espera una jornada ardua, de mucha caminata escalada bajo el sol jordano.

    Pero hoy más que nunca, nada me desalienta. Estoy donde por mucho tiempo soñé estar.

    Voy tras las huellas de esas caravanas que marcaron la ruta de la seda, de la mirra o el incienso y que hicieron a los nabateos un imperio tan poderoso como misterioso.

    Jordania: Petra, el Reino Perdido, Maravilla del Mundo | @elfedearias estuvo aqui! Capítulo #13

    Esta grieta estrecha nos conduce a lo largo de 1,5 kilómetros a misteriosa y antigua civilización.

    Viajar a través de la historia por el sinuoso Siq, de sima con paredes escarpadas que alcanzan hasta 200 metros y que en su lugar más estrecho mide apenas dos metros de ancho es por sí mismo una experiencia.

    Ver las presas y canales de agua, y toda la inteligencia puesta al sobrevivir al desierto.

    La expectativa en mi era abrumadora, y así como el Siq se estrecha, fue inevitable que la garganta se apretara.

    Recordar a mi madre, que me fanatizo con el cine y muy probablemente vimos juntos cuando era pequeño: Lawrence de Arabia.

    Y esa es la razón de mi estancia aquí y de que todo ese deseo y felicidad se transformara en lágrimas, estaba cumpliendo no solo un sueño mío.

    Un sublime espectáculo al final del Siq es ver resurgir un resplandor que apenas aparece entre los muros oscuros donde apenas mezquinamente brilla la facha de AL KHAZNA (el Tesoro) te paraliza y ese instante se alarga como si fuera en cámara lenta.

    La fachada del Tesoro, la postal más famosa de Petra, se impone e impresiona con sus 40 metros de altura y podrías quedarte hora admirándola.

    El detalle de sus decoraciones, capiteles y frisos tallados en la roca, desafían los 2000 años. La leyenda local que la urna superior contiene el tesoro de un faraón.  Pero hasta el día de hoy se desconoce el propósito.

    Los nabateos construyeron Petra en el corazón de las montañas del Sáhara. Y fue un imperio prospero en los primeros siglos AC y DC ya que fue parte vital de la ruta comercial de incienso, mirra y especias que conectaba la antigua Mesopotamia y Egipto.

    Durante ese periodo, esta magnífica cuidad fue celosamente protegida por mitos y leyendas, además de que no se conocía su paradero.

    El misterio aumenta después de la conquista romana, y los nabateos desaparecieron sin dejar rastros. Entonces la cuidad abandonada a mediados del siglo VII, ya había sido ocupada por los beduinos.

    Y no fue hasta 1812, cuando unos exploradores suizos, llegaron a este recinto y Petra fue redescubierta para ser admirada nuevamente por el mundo entero.

    Es posible ver todo tipo de edificaciones, todas talladas en la arenisca. Desde la avenida de las fachadas, con numerosas tumbas con grandes trabajos decorativos, o las maravillosas fachas de las tumbas reales, un paseo entre nichos con los colores del arco iris. También existe un teatro excavado en las laderas de las montañas.

    Los nabateos eran expertos en hidráulica, y supieron cómo administrar el agua mediante canales y presas en sectores estratégicos.

    Es interesante ver como este espacio fue influenciado por las culturas circundantes, hay signos egipcios, romanos, griegos, y templos posteriores bizantinos.

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    Ahora mi objetivo es llegar hasta la otra edificación famosa de Petra.

    Para eso me espera un camino de forma irregular y 800 escalones de piedra que ascienden por la montaña y acantilados.

    El camino es agotador, tanto por la dificultad como el solo hecho de esquivar el tráfico de burros. Pero allí desde las alturas comienzas a darte cuenta de la belleza del entorno.

    Y así, ante tus ojos aparece una enorme estructura de 45 metros de alto y 50 de ancho. El Monasterio también de deja sobrecogido y no hay mejor lugar que un descanso contemplando su belleza.

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    Me dejé tentar por carteles que señalaban la mejor vista del mundo, y seguí su ruta. Y ahí definitivamente termine enamorándome de Jordania y Petra.

    La panorámica de la cima del acantilado de Al Deir, te hace valorar el suelo que pisas.

    Así luego me anime a saltar precipicios con mi mochila que para ese entonces pesaba 10 veces más, todo para tener mi postal final.

    Es que Petra, es única, su misterio y magia, la cordialidad del beduino, los colores que pasan del rosa apagado a los intentos naranjadas y rojos, según los rayos del sol. Hacen de esta maravilla del mundo, sin dudarlo, uno de los lugares que debes conocer, antes de morir.

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