HUMAHUACA: LA JOYA DE LA QUEBRADA
Continuo en mi ruta que me descubre de manera renovada la magia de la Quebrada de Humahuaca. Hoy me toca dirigirme al poblado que da nombre a la misma.
Siguiendo la Ruta Nacional 9, a unos 128 km desde la capital jujeña, llegamos a Humahuaca, que se encuentra a casi 3000 metros sobre el nivel del mar.
Por su enclave, Humahuaca fue considerada por todo el Tucumán (durante el periodo de la conquista hispánica), el más grande pueblo, el de mayor vida económica y de ubicación estratégica, ya que era el camino hacia la Puna y de allí al Alto Perú.
Era un centro obligado de descanso y reabastecimiento y asiento de los Gobernadores de la Puna.
El icono indiscutible del pueblo nos recuerda las hazañas de los locales en defender su terruño.
Por eso fue testigo de más de una decena de combates librados durante las arremetidas conquistadoras y hoy, las recuerdan en el Monumento a los Héroes de la Independencia sobre la ladera de la colina Santa Barbara.
Desde el tope de las escalinatas, no solo se aprecia el detalle del monumento tallado en bronce, sino que se tienen las mejores panorámicas de Humahuaca rodeado de cordones montañosos de gran belleza.
En la plaza central del pueblo se encuentra la Iglesia Catedral Nuestra Señora de la Candelaria.
A un costado se encuentra el edificio del Cabildo, en la actualidad funciona como museo y en el reloj de su torre, cada mediodía, sale una imagen móvil de San Francisco Solano a dar la bendición a los presentes. Lo cual es un atractivo para los turistas que visitan la cuidad.
Humahuaca alterna la tranquilidad y el silencio con el bullicio de las celebraciones del Carnaval, las festividades en honor a la Virgen de la Candelaria con la danza del Torito, y los versos y el ritmo de las coplas.
El famoso tango pregona “20 años no es nada”, pero para mí, regresar luego de ese tiempo, significo volver a mi infancia. A cuando mi padre en su rol de gerente del banco provincial en aquellos tiempos debió rotar cada un par de años por las diferentes regiones de Jujuy.
Asi fue como de pequeño, junto al resto de mi familia fuimos acompañándolo, algún que otro fin de semana, o periodo de vacaciones a estos lugares.
Tengo en mi memoria las imágenes de los festejos de carnaval, donde los diablos bajan las escaleras del monumento al ritmo de las coplas, en el entierro de este, donde estos mismos diablos, deambulan el pueblo con lamentos y llantos. Tambien las celebraciones del Torito, con los cohetes que explotan por todos lados. Y quizá la anécdota más curiosa e inocente, allí en Humahuaca en una celebración donde se ofrecía comida regional, descubrí que las empanadas contenían “vaca” (carne de res). Creo que, a mis 5 años, nunca me había detenido a pensar eso. ¡Fue una sorpresa!
Me propuse caminar otra vez las angostas callecitas empedradas y encontrar aquella casona que era mi hogar entonces. Llegué a esa calle, pero no pude identificar con certeza la casa. Igual las imágenes imborrables de Humahuaca siempre van conmigo.
Antes le había comentado a mi hermano (quien me acompaño en este viaje), de un lugar que había escuchado y visto solo en fotografías. Y con entusiasmo me dijo: ¡Tenemos que ir!.
El clima no nos acompañaba, el cielo cerrado y unas gotas de lluvia parecían negarnos la posibilidad de conocer la nueva joya de la Quebrada.
Seguimos la ruta de ripio de la ruta provincial 73, por unos 24 km. de a ratos perdidos, de a ratos con la certeza que si llegaríamos. Los mapas o indicaciones eran además algo confusas. Pero eso no nos detuvo.
Por fin… allí, a unos 4380 metros sobre el nivel del mar estaba el mirador de la Serranía del Hornocal, lejano y desafiante.
Casi como un espejismo, nos hacia un guiño, bajo el cielo oscuro y la amenaza de la lluvia.
Allí estaba, frente a tanta belleza natural del famoso cerro de los 14 colores.
Y el día termino con los últimos destellos de sol, resaltando los colores casi como un arcoíris, dejándonos aún más asombrados, expectantes y en silencio, sintiéndonos pequeños frente a lo imponente de la vista.
Llevo casi una década rodando por muchos lugares del mundo, y digo honesta y orgullosamente, que unas de las postales naturales mas espectaculares que visto, es la de la Serranía del Hornocal. Y ahí me detuve a pensar, que muchas veces le damos un valor incorrecto a lo que tenemos cotidianamente frente a nuestra vista.
Revisitar Jujuy y la Quebrada de Humahuaca fue una experiencia para recordar mi pasado y ver lugares únicos nuevamente, pero esta vez con nuevos ojos.
Instantáneas
Datos y Recomendaciones
Humahuaca
El pueblo adoptó el nombre de sus pobladores originarios, la tribu de los Omaguacas. Sin embargo el origen del nombre sería aymará: Umawak’a, significando “agua sagrada”.
Humahuaca se encuentra en la quebrada que lleva el mismo nombre, al norte de la provincia de Jujuy. Se llega desde la capital provincial San Salvador de Jujuy por la Ruta Nacional 9 asfaltada y que atraviesa algunos de pueblos más famosos de la Quebrada. Hay empresas de micros que arriban a la terminal de Humahuaca desde diferentes puntos del país.
Distancias desde Humahuaca: San Salvador de Jujuy 128 km, Tilcara 37 km, La Quiaca 158 km, Salta 217 km, Córdoba 1026 km, Buenos Aires 1620 km.
Serrania del Hornocal
Es una formación geológica que se destaca por sus diferentes tonalidades de colores. Por este motivo se la conoce también como el Cerro de los 14 Colores. Para poder disfrutar del paisaje y de las hermosas visitas de la serranía se demarcó un sector como mirador a 4.350 metros de altura. Al mirador se llega en vehículo y desde este punto se obtiene las mejores vistas panorámicas. Otro atractivo es la ruta para llegar hasta el mirador que recorre paisajes de ambientes puneños.
Para visitar el mirador de la Serranía del Hornocalse debe transitar 24 km de ripio por la Ruta provincial 73.